A pesar de esto, muchas veces utilizamos estos términos indiscriminadamente sin darnos cuenta de que aunque tienen una serie de aspectos comunes, también poseen características diferenciadoras.
Por tanto, comienzo este post diferenciando las unas de las otras.
Ambas son un tipo de reacción adversa a los alimentos, es
decir, una respuesta clínicamente anormal que se produce como consecuencia de
la ingesta de un alimento o componente del mismo.
Las reacciones adversas a los alimentos pueden ser de dos
tipos: tóxico y no tóxico. Las primeras, son aquellas que se producen como
consecuencia de la ingesta de una cantidad suficiente de alimento que contiene
un agente tóxico para el organismo (ya sea físico o químico) y que, por tanto,
puede darse en cualquier individuo.
Las segundas, en las que nos vamos a centrar hoy, son
aquellas que sólo se producen en individuos predispuestos. Es decir, los
síntomas se van a desarrollar tras la ingesta de una cantidad de alimento o
compuesto del mismo que es perfectamente tolerada por el resto de los
individuos sanos.
Principales causantes de alergias alimentarias |
Este tipo de reacciones adversas se clasifican en función de
la participación o no del sistema inmunitario en su desarrollo. Así, aquellas
en las que sí interviene se denominan alergias, mientras que aquellas en las
que o no participa o no se ha podido demostrar este hecho, son las
intolerancias.
Por tanto, las alergias, con las que vamos a comenzar, son
reacciones adversas a los alimentos de origen no tóxico desencadenadas por una
respuesta inadecuada del organismo ante un alimento o compuesto de los mismos.
Esto significa que nuestro sistema inmune detecta un
componente de los alimentos como si fuera un agente dañino para él y lo ataca
para eliminarlo. A este compuesto se le denomina alérgeno e, independientemente
de su origen o del alimento en el que se encuentre va a ser de naturaleza
proteica.
·
Alergia a la proteína de leche de vaca:
·
Esta patología es la más frecuente en niños y
bebés ya que a través del consumo de leche estamos introduciendo las primeras
proteínas extrañas en el organismo. Sin
embargo, este fallo de sistema inmunológico suele deberse a la inmadurez del
mismo por lo que el pronóstico es positivo ya que suele lograrse tolerancia en
el 85% de los casos al alcanzar los tres años de edad.
·
Hay que saber que puede darse tanto en niños que
toman leche materna como en aquellos que se alimentan con fórmulas para
lactantes aunque en los primeros los síntomas aparecerán varias horas después
de la ingesta de leche por parte de la madre, y en los segundos, pocos minutos
después de la primera toma.
·
Los síntomas son, en la mayoría de los casos cutáneos
(urticaria o eritema), respiratorios (tos, rinoconjuntiitis), digestivos
(vómitos y diarreas) y, en los casos más graves, anafilaxia.
·
Alergia al huevo:
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Esta patología, al igual que en el caso
anterior, es más frecuente en niños que en adultos de manera que aunque el
diagnóstico en los más pequeños sea bastante habitual, son muchos los casos en
los que se logra alcanzar la tolerancia.
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Se produce fundamentalmente al introducir en la
alimentación de los más pequeños la clara (debido a su elevado contenido
proteico), especialmente si la primera toma de contacto se produce antes del
año de edad.
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Es importante tener en cuenta que los síntomas
pueden aparecer con la primera ingesta (siempre que haya habido una
sensibilización previa) o incluso sin tomar huevo como tal (sólo con, por
ejemplo, medicamentos que contengan alguna de sus proteínas).
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En este caso, las manifestaciones más frecuentes
son las de tipo cutáneo, seguidas de las digestivas y respiratorias.
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Alergia al pescado y crustáceos:
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Se trata de la tercera alergia más frecuente por
detrás de la leche de vaca y el huevo y se ocasiona por la histamina generada
por el propio alimento al descomponerse o cuando ha sido contaminado por el
parásito Anisakis.
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Por tanto, en el segundo caso se puede evitar
con métodos sencillos como evitar el consumo de pescado o marisco crudo o poco
cocinado o congelándolo siempre durante al menos 72 horas a -20ºC.
·
Se da fundamentalmente en menores de seis años y
se manifiesta en forma de urticaria, angiodema o shock anafiláctico.
·
Alergia a la fruta:
·
Su importancia se debe a que la producción y
consumo de frutas son muy elevados en nuestra área geográfica.
·
Las principales frutas que la generan son el
melocotón seguido del kiwi, la papaya, el aguacate, el plátano, las fresas, las
frambuesas y las grosellas.
·
Dentro de esta patología se puede distinguir
entre dos cuadros, uno más leve asociado a picor y angiodema en la cavidad
bucofaríngea, y otro más grave e intenso
en el que aparecen síntomas cutáneos, respiratorios e incluso, anafilaxia.
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Alergia a los frutos secos:
·
Es una de las más graves ya que empieza en la
edad temprana y se mantiene en la vida adulta.
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Si es leve, su manifestación se limita a una
erupción cutánea, nauseas, dolor de cabeza e inflamación de la lengua y los
labios.
·
Por el contrario, en los casos más graves, la
ingesta de una ínfima cantidad de estos puede ocasionar un shock anafiláctico.
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Aquellos que la causan con mayor predominio son
los cacahuetes.
A continuación, hablaremos de las intolerancias, que son una
reacción adversa a los alimentos de tipo no tóxico en la que, a diferencia de
las alergias, o no participa o no se ha podido demostrar la intervención del
sistema inmunitario.
En la actualidad, se puede decir que las intolerancias más
frecuentes son a la lactosa, a la glucosa y al gluten (celiaquía).
·
Intolerancia a la lactosa: Alteración que se
puede dar en diversos grados de intensidad y que se debe a un déficit del
enzima lactasa. La lactosa es un hidrato de carbono constituido por la unión de
dos azúcares simples: glucosa y galactosa. La lactasa es el enzima que se
encarga de romper este enlace permitiendo la absorción intestinal de ambos
azúcares. Esta deficiencia, que se puede deber a causas genéticas o
farmacológicas, produce un aumento de la concentración de solutos en el tracto
digestivo lo cual a su vez produce un aumento de agua en el mismo y, en
consecuencia diarrea, dolor abdominal, vómitos, gases abdominales…
Si se nos diagnostica, deberemos eliminar
de nuestra dieta la leche y sus derivados aunque esto depende del grado de
intolerancia que padezcamos ya que hay personas que aunque no toleran la leche
si admiten el consumo de yogures o quesos u otras que no resisten ni siquiera
las pequeñas trazas que puede haber en el pan o la pasta.
La principal complicación, desde el punto
de vista nutricional, que se nos puede presentar con esta patología es la
deficiencia de calcio y vitamina D, por lo que es muy importante que tomemos
alimentos que también nos los van a aportar como las sardinas en lata o algunos
frutos secos o que tomemos alimentos enriquecidos con ellos.
·
La intolerancia a la glucosa es un paso previo a
la diabetes ya que se trata de una patología caracterizada porque el que la
padece presenta niveles elevados de glucosa en sangre pero aún no alcanzan los
valores diagnósticos de diabetes. Puede deberse bien a una deficiencia en la
producción de insulina o bien a una resistencia a la misma. Es decir,
impedimento para que ésta pueda desarrollar su función en los órganos diana.
Los primeros síntomas que se pueden notar de esta patología son un hambre
voraz, mucha sed y frecuentes ganas de orinar.
Cuando se padece, no es necesario eliminar
de manera estricta ningún alimento de la dieta, eso sí, deberemos alcanzar en
los casos necesarios o mantener en todos ellos un peso saludable, reducir el
consumo de alcohol, grasas y azúcares sencillos y aumentar el ejercicio físico,
los hidratos de carbono complejos y la fibra.
·
La intolerancia al gluten o celiaquía es una
intolerancia permanente a algunas proteínas del gluten que provoca una atrofia
de la mucosa intestinal y, por tanto, reducción de la absorción de nutrientes
que se manifiesta con un amplio abanico de síntomas: vómitos, diarrea, retraso
del crecimiento, irritabilidad, distensión abdominal, dermatitis o tiroiditis.
Una vez que hemos sido diagnosticados con
esta patología, el único tratamiento posible es llevar a cabo una dieta en la
que la ausencia de gluten sea estricta ya que esta es la única manera de que
nuestra mucosa intestinal se recupere y, con ella, desaparezca toda la
sintomatología asociada.
Para ello, hay que suprimir el consumo de
trigo, cebada, centeno, avena, espelta, tritikale y todos los productos
derivados de ellos como pasta, pan, galletas, harinas, espesantes…
Por el contrario, se podrán mantener todos
aquellos productos frescos y naturales que no lo contengan: carnes, pescados,
huevos, legumbres, grasas… De esta manera nos va a ser posible llevar una
alimentación completa y sana.
Bien pues ahora ya sabemos cuáles son las características de
cada una de estas patologías y vamos con una de las cosas más importantes, cómo
evitar los brotes.
Hay que saber que aunque existen diversos tratamientos para
tratar los síntomas, el único método eficaz en estos casos es eliminar de la
dieta el alimento o compuesto alimentario que nos los produce.
Esto es importante ya que de
esta manera no sólo no se producirán los síntomas, sino que se ha
demostrado que en muchos casos, el hecho de llevar durante un periodo de
entorno a dos años una dieta restrictiva en lo que se refiere al compuesto alergénico,
nos permite desarrollar una tolerancia de diversos grados.
Llevar una dieta restrictiva en un determinado alimento o
compuesto puede resultar bastante complejo por lo que es importante conocer una
serie de trucos sencillos:
v
Leer adecuadamente el etiquetado de los
productos. Hay que tener en cuenta que cada persona presenta un grado diferente
de alergia o intolerancia y que, por tanto, esto es de especial importancia en
los casos más graves. Así, no sólo deberemos estar atentos a aquellos términos
como leche, huevo, frutos secos o gluten que nos hará retirarlo inmediatamente;
sino también a otros que pueden pasar más desapercibidos como aquellos que
contengan caseinatos, lacto u ovoalbúmina, lactitol, espesantes…
v
Conocer la lista oficial de aquellos alimentos
que suelen o pueden presentar nuestro compuesto a evitar.
v
Reducir el consumo de productos industriales
desconfiando especialmente de aquellos en los que no se especifiquen
detalladamente los ingredientes. Por el contrario, aumentar el consumo de
alimentos naturales y frescos.
v
No introducir los diferentes alimentos a los
niños pequeños antes de tiempo. Se ha comprobado que actualmente una de las
principales causas del desarrollo de alergias en los más pequeños es el hecho
de suministrárselos antes de que su organismo (y en concreto sus sistemas
digestivo e inmunológico) estén preparados para ello. Además, la lactancia
materna también juega un papel esencial como protector mediante la transmisión
madre-hijo de anticuerpos.
v
Cuidado con las técnicas culinarias en las que
se emplea el aceite ya que no podremos emplear el mismo para cocinar aquellos alimentos
especiales para alérgicos o intolerantes que aquellos para los que no lo
son. Lo mismo ocurre con el agua: No se puede emplear el mismo agua para la cocción de pasta normal y pasta sin gluten ya que contaminaremos la segunda.
v
La higiene juega en este caso un papel aún más
esencial ya que a través de las manos o de los diversos utensilios de cocina
también podemos transmitir el compuesto implicado en la alergia o intolerancia.
v
Finalmente, hay que prestar también atención a
los medicamentos y avisar siempre a nuestro médico o farmacéutico de que somos
alérgico o intolerantes ya que muchos de estos compuestos contienen pequeñas
cantidades de estos compuestos y que por tanto pueden ocasionar el desarrollo
de la sintomatología.
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