Errores frecuentes en el desayuno

Hace unos cuantos días ya hablamos de la importancia de realizar un desayuno completo y saludable. Hoy , vamos a completar el tema haciendo incidencia en algunos productos y prácticas que son erróneos para conseguir este objetivo.

En primer lugar, el fallo por excelencia a primera hora del día es saltarnos el desayuno. Esto va a generar diversos efectos nocivos para el organismo, algunos de ellos fácilmente visibles a corto plazo y otros que tardan más tiempo en aparecer, pero no por ello menos importantes.

Diversos estudios han comprobado que si no desayunamos, vamos a ingerir más alimento a la hora del almuerzo y que además, estos van a ser menos saludables, es decir, más calóricos y ricos en grasas.

Si no desayunamos, tendemos a elegir alimentos más calóricos.

Además, el cerebro no va a disponer de la glucosa que necesita, por lo que nos sentiremos, no sólo faltos de atención y concentración, sino también débiles, cansados y de mal humor.



Si aún no te he convencido, recuerda que no desayunar aumenta el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares ya que, entre otros motivos, aumentan significativamente los niveles de colesterol.

También, se ha demostrado que aumentan los cuerpos cetónicos, especialmente los ácidos grasos libres, lo cual puede llevar a una menor concentración de insulina y mayor riesgo de padecer diabetes tipo II.

Hay que tener en cuenta además, que no sólo es importate desayunar, sino también que hay que hacerlo en las dos primeras horas antes de levantarse.

Otro de los errores comunes a la hora de desayunar es el de incluir, casi a diario, bolleria industrial: croissants, palmeras, magdalenas, sobaos, suizos...

Todos estos productos, suponen un importante aporte calórico. De hecho, nos aportan entre 500 y 600 kilocalorías por cada 100 gramos, lo cual viene a suponernos en torno a la tercera parte del total que debemos ingerir a lo largo de todo un día.

Por otro lado, su intenso sabor dulce procede de su riqueza en hidratos de carbono sencillos o azúcares. Esto supone un riesgo para el desarrollo de la resistencia insulínica y de sufrir diabetes tipo II.

Además, y como es por todos conocido, tienen un elevado contenido en grasa. En concreto, en torno a 30-50 gramos por cada 100 gramos. Se trata, en su mayor parte, de grasas saturadas y parcial o totalmente hidrogenadas, es decir, trans.

El consumo elevado de este tipo de sustancias está claramente relacionado con el aumento del riesgo de padecer problemas cardiovasculares, puesto que aumentan el colesterol LDL, conocido coloquialmente como "colesterol malo", a la vez que descienden los niveles e colesterol HDL, "el bueno", y suben los triglicéridos sanguíneos.

No desayunar favorece la aparición de enfermedades cardiovasculares.

Estas grasas son una importante y frecuente manera de engaño a los consumidores, ya que se suelen anunciar como "grasas o aceites vegetales", siendo este un término que suele ser entendido por la población como saludable, lo cual no siempre es así.

¿Por que, por tanto, las empresas los siguen utilizando en lugar de sustituirlos por otras más saludables? Es sencillo, son más baratas y tardan más tiempo en enranciarse, lo cual aumenta su conservación.

Finalmente, me gustaría acabar con otro error común: no incluir lácteos en el desayuno.

Estos productos, son una importante fuente de proteínas de alto valor biológico, vitaminas liposolubles y el grupo B y calcio.

No hace falta que tomemos un vaso de leche, ya que hay múltiples ofertas igual de validas y saludables: queso fresco, yogur o cuajada entre otros. Además, si somos intolerantes a la lactosa, cada vez tenemos mas productos en el mercado que nos permiten poder seguir disfrutando de los lácteos.

¡Ahora si que ya no puede haber excusas para desayunar saludablemente!